Y allí, rodeados de piedras, entramos entre árboles que aguantaban libros como si los adoptaran como sus hijos caídos de las ramas. Y mientras avanzamos, una mujer grita cual pregonero medieval el programa del Festival de Poesía que comienza en pocos minutos.
Tomamos asiento en los bancos de madera de la iglesia y entre confesionarios vacíos y bóvedas góticas nos disponemos a escuchar. El altar no se ilumina con cirios sino con focos, y cual bedettes desfilan lectores aficionados o profesionales de la poesía. La excusa era Miguel Hernández pero poco importa quien hable mientras rime y esté a la altura de semejante escenario.
Entre los profesionales destacó un tal Gonzalo Escarpa, que parecía salido de la película de Achero Mañas, Noviembre. El cual sedujo y enmudeció a todos los oyentes y que seguro consiguió más de un fiel para su revuelta particular.
Pero todo acabó. Después del Silbo Vulnerado y de horas oyendo poesía, salimos de la iglesia, avanzamos por el pasillo de hojas y enfilamos el camino de vuelta a la prosa.
Ventajas varias y la Gran Mentira
Claro que los poemas también tienenalgunas cosas buenas:Para empezar, son breves (casi siempre)y no tienes por qué leerlos todos.También es importante remarcarque ser visto leyendo poesíainclina un cuatro y medio hacia aprobado.También hay que decir que normalmentelas bibliotecas tienen disponiblescasi todos sus libros de poemas.Pero que no te engañen. Éstas sonalgunas –si no todas– las ventajas.No dejes que te digan que se liga.Que quede claro ahora y para siempre:no se liga, repito, no se ligaen absoluto con la poesía.Del libro juvenil inédito:
Introducción general a los peligros de la poesía(Leer, escribir y otras enfermedades)
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