28.9.09

Tokio blues (Norwegian Wood). Haruki Murakami

Blues
(literalmente azules, cuyo significado es tristeza)


Los géneros asociados al blues comparten un pequeño número de características similares, debido a que este género musical adopta su forma de las características personales de cada artista que lo interpreta.
Una de las primeras formas de música conocida que guarda similitud con el blues, se corresponde con los gritos de llamada y respuesta (...)

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Después de leer el significado de Blues, parece que la traducción española de Norwegian Wood como Tokio Blues es afinada para esta novela de Murakami. Porque si hay algo constante en toda la historia de Watanabe es la tristeza y el continuo intercambio de preguntas y respuestas.
Preguntas que no llegan a salir de los labios del protagonista, pero le atormentan en todas sus decisiones. El equilibrio entre la lucidez y la pérdida de consciencia. La obsesión por el contacto humano y la fragilidad de las relaciones.
Preguntas, dudas, y mucha tristeza acompañan al relato de forma constante. Por eso quizá sea tan incómodo leer esta novela. Porque es inevitable compadecer al protagonista, o en el peor de los casos sentirse identificado con él, con todo su proceso y con su indecisión.

Por eso esperamos de Watanabe una reacción fuerte, un acto de valentía, un modelo a seguir que nunca llega. La vida va modelándole poco a poco hasta el final de la novela. Y sin llegar a una conclusión clara (como la propia realidad) las cosas se van ordenando por su propio peso.
Y hasta aquí puedo leer, porque en cualquier caso es una buena novela y quizá su mayor fallo es haberla leído después de la gran Kafka en la orilla. Y aunque no sea su culpa, en este caso el orden de los factores sí altera el producto.
De todos modos, faltará el desempate con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo para subir a Murakami al pedestal o dejarlo en la estantería.


23.9.09

Invisibles

En publicidad abundan los fantasmas. Pero detrás de cada fantasma hay millones de invisibles esperando su turno para fantasma.
Y para regocijo de todos, ahora Infojobs mide el nivel de invisibilidad de sus candidatos. De pronto, en una esquina de la página de inicio, aparece el aviso de cuantas empresas han visitado tu currículum.
"Empresa de industria textil de entre 500 y 2999 trabajadores ha visto tu cv el 1/9/09"
Después de leer tal revelación sin duda hay que averiguar de qué empresa se trata. Lo misterioso viene cuando descubres que dicha empresa no tiene ninguna oferta activa. Pero ya han sembrado la duda. ¿Por qué se han fijado en mi currículum?, ¿buscaban algo concreto o era mera curiosidad?, ¿les ha gustado lo que han visto? ¿por qué buscan gente si no precisan cubrir ningún puesto? Como no, se trata de un reclamo publicitario para adquirir un pack de "visibilidad" y así provocar que muchas otras empresas vean tu cv.
Me molesta que en el último mes la única empresa que se sienta atraída por mí sea una empresa que ni siquiera tiene ninguna oferta laboral activa. Pero me molestaría más tener que arrastrar un pack de visibilidad con luces de neón para que alguien lea mi currículum.

Y es que, después de todo o eres un fantasma o eres invisible, no hay término medio.

9.9.09

Urgencias

Un hombre entra en el servicio de Urgencias sonrojado. Elige las mejores palabras mientras se dirige a la ventanilla.

- Quiero ver a un especialista.

- ¿Qué le ocurre?

- Nada

- ¿Y qué hace aquí? - la ventanilla se hacía cada vez más pequeña y poco a poco se iba cerrando en banda al hombre sonrojado.

- Tengo una urgencia.

- Pero no le ocurre nada...

- Esa es precisamente la urgencia.

7.9.09

VIII Festival de Poesía Internacional del Moncayo

Ocurre pocas veces, pero no deja de ser triste buscar un monasterio (con lo inusual que es buscar tal cosa en estos tiempo) para encontrarlo finalmente cerrado. Pero también ocurre a veces, que el mismo monasterio, te abre las puertas un día, sin avisar para que entres y reencuentres las mismas piedras de siempre, pero que cada vez te gustan más. Esto ocurre pocas veces, pero el Monasterio de Veruela es un monasterio peculiar.

Y allí, rodeados de piedras, entramos entre árboles que aguantaban libros como si los adoptaran como sus hijos caídos de las ramas. Y mientras avanzamos, una mujer grita cual pregonero medieval el programa del Festival de Poesía que comienza en pocos minutos.

Tomamos asiento en los bancos de madera de la iglesia y entre confesionarios vacíos y bóvedas góticas nos disponemos a escuchar. El altar no se ilumina con cirios sino con focos, y cual bedettes desfilan lectores aficionados o profesionales de la poesía. La excusa era Miguel Hernández pero poco importa quien hable mientras rime y esté a la altura de semejante escenario.
Entre los profesionales destacó un tal Gonzalo Escarpa, que parecía salido de la película de Achero Mañas, Noviembre. El cual sedujo y enmudeció a todos los oyentes y que seguro consiguió más de un fiel para su revuelta particular.
Pero todo acabó. Después del Silbo Vulnerado y de horas oyendo poesía, salimos de la iglesia, avanzamos por el pasillo de hojas y enfilamos el camino de vuelta a la prosa.
Ventajas varias y la Gran Mentira
Claro que los poemas también tienen
algunas cosas buenas:
Para empezar, son breves (casi siempre)
y no tienes por qué leerlos todos.
También es importante remarcar
que ser visto leyendo poesía
inclina un cuatro y medio hacia aprobado.
También hay que decir que normalmente
las bibliotecas tienen disponibles
casi todos sus libros de poemas.
Pero que no te engañen. Éstas son
algunas –si no todas– las ventajas.
No dejes que te digan que se liga.
Que quede claro ahora y para siempre:
no se liga, repito, no se liga
en absoluto con la poesía.
Del libro juvenil inédito:
Introducción general a los peligros de la poesía
(Leer, escribir y otras enfermedades)

5.9.09

Hallado ante la tele tras 6 meses muerto

El 12 de Marzo comenzó como todos los días. Sin distinguir el lunes del viernes, salió sin importarle que lloviera o hiciera sol. Como cada mañana desde su jubilación anticipada metió todo el pan duro que le quedaba en una bolsa de plástico y se dirigió hacia el parque para echarle los restos de su vida a las palomas sucias que se acercaban.

Cuando volvió a casa no le quedaba pan, pero encendió la televisión para reponer fuerzas. Hacía días que no comía pero se quedaba inmóvil delante del televisor para que la luz le irradiara la electricidad que le faltaba a su cuerpo.
Se sentó en el sofá y abrió la programación de televisión para elegir el canal que le diera más luz y llenara de ruido su casa vacía. Cuando la pantalla se iluminó por fin pudo cerrar los ojos y esperar. Al principio escuchaba con atención, después sólo oía voces que hablaban de cosas que él no alcanzaba a entender, para finalmente, oír sonidos y palabras deformadas sin ningún sentido.
Perdió la noción del tiempo hasta que se despertó con unos golpes que venían de su rellano. Voces desconocidas murmullaban al otro lado de la puerta y el timbre tronaba a intervalos de treinta segundos. Quiso levantarse pero no tenía fuerzas. Permaneció inmóvil con los cojines que se le habían pegado a su cuerpo rígido. Seguía con los ojos cerrados pero aún le llegaba el destello parpadeante de la pantalla de su televisor.
Después de varios minutos la policía tiró la puerta abajo y avanzó lentamente por el piso a oscuras. Comenzaban a abrir una puerta cuando escucharon las noticias del mediodía en el salón. Allí encontraron el cuerpo estático de frente al televisor sin perder la compostura pero sí el latido. Con los ojos cerrados y el mentón firme su cara dibujaba una sonrisa leve mientras una mano sujetaba el mando a distancia. La pareja de policías inspeccionó todo el salón pero no encontraron nada fuera de lo normal. Después de la policía llegó la ambulancia y después de ellos toda la casa se llenó de gente extraña. Alguien le quitó el mando de las manos no sin cierta dificultad, y por fin apagó la televisión después de 6 meses. El hombre dejó de sonreír mientras le inmovilizaban a una camilla. El camillero que ya le daba por muerto, comentó en voz alta que parecía un tipo aburrido para morir sentado.
No sabes cuanto - pensó el jubilado.